Miguel Ángel (1475- 1564) CEGUERA- INSEGURIDAD

Estaba ciego al final de su existencia. Su gran consuelo era que alguien lo llevara al museo, frente alguna de las esculturas antiguas que más le gustaban. Allí pasaba horas palpándolas con gran emoción.

El David, la Piedad y Moisés, son sus tres esculturas más importantes. Los tres rostros muy parecidos entre sí, como de la misma familia. Una vez terminado el gigantesco Moisés,, Miguel Ángel lo vio tan humano que le golpeó la rodilla con un mazo y le gritó a la estatua.

-¡Habla… Habla!

Duse, Eleonora (1859-1924) SENTIMENTALISMO- SENSIBILIDAD

Uno de sus grandes éxitos fue Froufrou,  un drama en cuyo último acto la protagonista moría después de despedirse de su hijo de pocos años. Con una escena, la del despido, todas las noches emocionaba de tal forma al público, que hasta arrancaba sentidas lágrimas. De pronto, dejó de representar Froufrou. Mas tarde explicaba las razones  que tuvo para hacerlo. El niño del que se despedía era siempre el mismo, que hacía su papel como si tal cosa. Un día el niño se enfermó y otro lo sustituyó. Y aquel otro niño tomó la escena tan enserio que se abrazó al cuello de la actriz que en la obra era s madre y se echó a llorar acariciándola. Aquella noche, por una sola vez, Froufrou no murió en escena. Y la Duse nunca más quiso volver a protagonizar aquella obra.

D´Annunzio, Gabriele (1863-1938) SENSIBILIDAD- VERGÜENZA

Gabriele D´Annunzio fue un niño muy sensible, distinto de los demás, al que cualquier mala impresión dejaba profundamente afectado. Vivía en el campo con su familia. Un día un vecino rompió a estacazos algunos nidos de pájaros que había en los árboles. D´Annunzio vio revolotear los pájaros alrededor de los nidos destrozados y corrió a esconderse en el sótano de la casa. Allí lo encontró su madre mucho rato después.

-¿Qué haces aquí hijo?- preguntó sorprendida.

-Estoy avergonzado y oculto mi vergüenza, mamá.

-Avergonzado ¿de qué?

-De ser hombre

Contó lo que había visto y, desde entonces, siempre que el vecino comenzaba a destruir nidos, echaba a correr tapándose los ojos