Publicó sus primero poemas muy joven, en una revista, con el seudónimo de Freudhold Riesenfard. Enseñó sus poesías publicadas a su profesor de latín y le dijo:
-Son de un amigo mío y me parecen muy malas.
El profesor las leyó y le gustaron:
-Te equivocas. Esto es auténtica poesía y quisiera que le hagas llegar mi felicitación a tu amigo de mi parte.
-Gracias, señor. Mi amigo no existe. El poeta soy yo.