Rodin esculpió nueve estatuas de mujer, todas del mismo tamaño, pero en diversas posiciones.
-¿Qué representan?- preguntó un amigo.
-Las nueve musas.
Días después vendió dos de aquellas figuras, y alas que quedaban las llamó “Los siete pecados capitales”. Un tiempo más tarde vendió otras dos, y a las demás las nombró “Los cinco sentidos”. Alguien compró otra más, y a las que quedaron las llamó “Las cuatro estaciones”. Vendió otra, y nombró a las restantes “Las tres gracias”. Vendió dos más, y a la única que le quedó le puso debajo este título “Soledad”.