LUIS XV – Prepotencia -Superioridad

Luis XV fue proclamado rey a los cinco años de edad,  por lo que fue el monarca de Francia durante cincuenta y nueve años. Cuando el rey era aún niño,  solía estar muy orgulloso de su privilegiada posición social, y sentía gran placer en poner en apuros a todos. Un día, de repente, le preguntó al Nuncio de su Santidad:

-Monseñor ¿Podría usted decirme que cantidad de Papas ha habido hasta hoy?

El nuncio trataba de contestar: evidentemente no se acordaba.  Luego de un largo silencio el niño, mostrando una autosuficiencia, dijo:

-¿Usted es el nuncio de un Papa e ignora eso? Sin embargo yo que soy sólo un niño sé perfectamente cuántos han sido los reyes de Francia.

Lenin, Vladimir Ilich (1870-1924) SUPERIORIDAD- ALTANERÍA- IMPOSICIÓN

Lenin era maquiavélico. No se detenía ante nada con tal de conseguir lo que se había propuesto. En cierta ocasión explicaba a un grupo de amigos sus doctrinas y uno de ellos le refutó:

-Lo que acabas de decir, en realidad, todos sabemos que no es así.

-Pues es la realidad la que se equivoca- dijo Lenin-, peor para ella.

D´Annunzio, Gabriele (1863-1938) ARROGANCIA- SUPERIORIDAD

Una revista citaba una conversación entre D´Annuzio y Anatole France. D´Annunzio, arrogante como de costumbre, le decía a aquél.

-Sorprende la pobreza de vocabulario de los escritores franceses. Usted mismo sólo usa cinco mil palabras distintas. En el diccionario francés hay cuarenta mil. ¿Qué hace con las otras treinta y cinco mil?

France, que tenía un buen sentido del humor, le contestó:

-Esas treinta y cinco mil palabras sólo las usas los traductores del italiano, cuando traducen al francés las obras de un tal D´Annunzio.

Bernhardt, Sarah (18844-1924) ORGULLO- VANIDAD- SUPERIORIDAD

Un joven periodista, cuyo nombre no se cita, tuvo que pasar por la prueba de hacer, o de intentar hacer, una entrevista a Sarah Bernhardt. El director de diario le advirtió:

-Será inútil que solicite la entrevista. Se niega siempre.

El muchacho no solicitó nada. Se situó en el pasillo del teatro dispuesto a acometer a la actriz. Y, allí estuvo esperando la ocasión, que al final se presentó. Sarah se acercaba … sola. El periodista se armó de todo valor, y le preguntó:

-¿Es la señora Sarah Bernhardt a quien tengo el honor de hablar?

La señora Sarah Bernhardt se limitó a darle un sonoro bofetón. Al sonido del mimo acudieron muchísimas personas, y la actriz ordenó que echaran de ahí aquel hombre.  Hubo después quejas y explicaciones y Sarah Bernhardt justificó así su conducta:

-En Francia, un hombre que ha de preguntarme si soy Sarah Bernhardt no merece ser periodista.

Bernhardt, Sarah (18844-1924) SUPERIORIDAD- ELITISMO

Para ir al conservatorio la acompañaba una institutriz. La madre de Sarah les daba dinero para hacer el trayecto en ómnibus, que era el transporte público de entonces. Sarah se quedaba con el dinero e iba caminando. Así cada cinco días tenía dinero suficiente para alquilar un coche. Sarah, cuando la madre lo supo, le dio esta razón:

-Yo no soy como todo el mundo, y por lo mismo, no puedo viajar como viaja todo el mundo.