Rossini, Gioacchino (1782-1868) TACAÑERÍA -RESTRICCIÓN

Tenía fama de ser muy estricto con los músicos durante los ensayos y de no admitirles ni la más mínima distracción. Les pagaba tan poco que apenas si les alcanzaba para subsistir. Una tarde, antes del ensayo, se dirigió al barbero para afeitarse y cuando el hombre hubo terminado le dijo:

-Hasta dentro de un rato, señor.

-¿Dentro de un rato… por qué?

El barbero entró a un pequeño aposento y luego salió con un bigote postizo. Entonces Rossini le conoció: era uno de los clarinetes de la orquesta.

-¿Es usted barbero?

-Si señor, desde poco después de comenzar usted a venir aquí, y como no me alcanza el sueldo que usted me paga para mantener a mi familia, tengo que hacer este otro trabajo.

Carnegie, Andrew (1837- 1919) PSICOLOGÍA- PRECIO

Carnegie era coleccionista de autógrafos y llegó a tener casi todos los de los personajes de su tiempo. Le faltaba el de un naturista llamad Ernest Haeckel  y se lo pidió a través de un alumno. Haeckel accedió en seguido y en el álbum de Carnegie escribió:

“Ernest Haeckel agradece, conmovido, a Andrew Carnegie el microscopio que ha regalado al laboratorio de biología de la universidad”.

Carnegie regaló el microscopio y dijo:

-No sé si Haeckel es el personaje más importante entre aquellos cuyos autógrafos tengo, pero su autógrafo es el que ha costado más caro.

Augusto (César Octavio) (63-14 aJC) LECCIÓN- ENSEÑANZA

Un poeta griego, cuyo nombre no se registra la anécdota, todas las veces que en las tardes se cruzaba con Augusto, lo detenía y le leía versos. Augusto lo escuchaba complacido y lo elogiaba. Pero no pasaba de aquí y nunca le hacía un buen regalo. Hasta que un día le obsequió algunas tabillas para que en ellas siguiera escribiendo versos. Y el poeta echó mano a su bolsa, extrajo algún dinero y se lo dio a Augusto.

-No es mucho si tenemos en cuento todo lo que usted se merece. Cuando tenga más le daré más.

Augusto, sin enfadarse, asimiló la lección y le hizo dar una buena cantidad.

Konrad Adenauer, humildad, donación

konrad_adenauerAdenauer, tenía fama de aprovechar sus trajes hasta caérseles de viejos. En cierta ocasión unas damas que se dedicaban a hacer obras de caridad lo visitaron y le pidieron algún traje viejo para donarlo a los pobres. El anciano, muy turbado, les contestó:

-Perdónenme, pero no tengo ninguno para dar, se entiende.

-Pues, ¿qué hace entonces con sus trajes viejos?

-Los llevo puestos.