Wilde, Oscar (1854-1900) TARDANZA- IRONÍA

Un grupo de amigos lo había invitado a comer y llegó tarde como era costumbre de él. Uno de los amigos comenzó a bromear sobre la tardanza del novelista, a lo que éste le respondió:

-¿Quieres hacerte el gracioso antes de comer o es que pretendes quitarme el apetito?

Y volviéndose hacia el otro le preguntó:

-¿A qué hora comemos?

-Supuestamente ya debíamos de haber comido.

-Menos mal. Nada me abre tanto el apetito con el incumplimiento del deber.

Calderón de la barca, Pedro (1600-1681) RELIGIÓN- TARDANZA

Iba don Pedro todos los días, cuando sus achaques se lo permitían, a decir misa en la iglesia de San Salvador. Don Pedro llegaba casi siempre tarde, y el sacristán, que era hombre carácter más atrevido y devoto, solía reñirle, y refunfuñaba tanto que el poeta varias veces a punto de enviarlo a paseo.

Cierto día, en que como de costumbre, llegó tarde, le dijo el sacristán que los fieles esperaban hacía rato, y que tanto abuso no debía soportarse.

Don Pedro no contestó palabra y empezó a revestirse. Al ponerse el alba, que estaba muy usada, se hizo un rasgón en ella, y entonces, volviéndose al sacristán le dijo:

-¡Hombre, me dices que llego tarde, y vengo… a romper el alba!

Calderón de la barca, Pedro (1600-1681) RELIGIÓN- TARDANZA

Iba don Pedro todos los días, cuando sus achaques se lo permitían, a decir misa en la iglesia de San Salvador. Don Pedro llegaba casi siempre tarde, y el sacristán, que era hombre carácter más atrevido y devoto, solía reñirle, y refunfuñaba tanto que el poeta varias veces a punto de enviarlo a paseo.

Cierto día, en que como de costumbre, llegó tarde, le dijo el sacristán que los fieles esperaban hacía rato, y que tanto abuso no debía soportarse.

Don Pedro no contestó palabra y empezó a revestirse. Al ponerse el alba, que estaba muy usada, se hizo un rasgón en ella, y entonces, volviéndose al sacristán le dijo:

-¡Hombre, me dices que llego tarde, y vengo… ¡A romper el alba!

Oscar Wilde, tardanza, ironía

Oscar Wilde

Un grupo de amigos lo había invitado a comer y llegó tarde como era su costumbre. uno de sus amigos comenzó a bromear sobre la tardanza del novelista, a lo que éste respondió:

-¿Quieres hacerte el gracioso antes de comer o es que pretendes quitarme el apetito?

Y volviéndose hacia otro le preguntó:

-¿A qué hora comemos?

-Supuestamente ya debíamos de haber comido.

-Menos mal. Nada me abre tanto el apetito como el incumplimiento del deber.