Quevedo, Francisco de (1580-1645) APUESTA – TRIUNFO

El rey Felipe IV estaba casado con Mariana de Austria. La reina tenía un defecto que la hacía cojear algo, y el genial Quevedo apostó que le mencionaría su cojera sin que la soberana se percatara de ello. Aprovechó una recepción que se ofrecía en palacio, para mostrarle a la reina dos hermosas flores, un clavel y una rosa, mientras le decía:

-Entre el clavel y la rosa, Su Majestad escoja.

Con lo cual, ganó la apuesta.

Grant, Ulises S. (1822-1885) TRIUNFO- IRONÍA

Grant, tenía enemigos como todos los que triunfan. Uno de ellos advirtió al presidente Lincoln del peligro que tenía para todos la conducta de Grant, que tenía la costumbre de emborracharse. Lincoln fingió interesarse por la noticia y quiso saber más detalles.

-¿Y con qué se emborracha?

-Con whisky, señor presidente. Lleva siempre varias botellas en su equipaje.

Lincoln estuve pensando y después de un rato preguntó:

-¿Podría saber la marca de whisky?

-Pues no creo que sea tan difícil de saberlo. Lo averiguaré.

-Sí, y cuanto antes mejor.

El que daba la noticia quedó un poco extrañado, no lo disimuló y Lincoln le explicó su idea.

-Es que necesitaré algunas cajas de este whisky para mandarle botellas a mis generales, a ver si así ganan las batallas tan fácilmente como las gana Grant.

Pérez Galdós, Benito (1843-1920) PÚBLICO- TRIUNFO

Cuando Pérez Galdós probó fortuna por los teatros, el público lo recibió con hostilidad.

A raíz de la injusta derrota un grupo ofreció a don Benito el desagravio de un almuerzo íntimo, lleno de amor. Todos comentaban la actitud del público, resueltamente opuesto a la manera galdosiana.

Galdós escuchaba muy atento los exaltados apóstrofes de los comensales, y, en un momento de silencio, murmuró lentamente:

-Tenemos que acostumbrarnos, el público a mis obras, y yo al fallo del público. Pero…. ¡nos entendemos!

Posteriormente, cuando los espectadores aclamaban con al autor de Doña Perfecta él recordaba:

-Ya “nos” hemos acostumbrado; yo anuncié que el público y yo nos entenderíamos.

Pérez Galdós, Benito (1843-1920) DEDICACIÓN- ECONOMÍA- TRIUNFO

Pérez Galdós se convirtió en librero- editor y comenzó a trabajar en una nueva serie de Episodios Nacionales. Realizó tan bien su propósito que, antes de un año, la venta de ejemplares se triplicó. Pero como la instalación de oficinas y labor de estereotipia-para sucesivas reimpresiones- exigieron enormes desembolsos, don Benito, resignadamente, solía decir:

-mientras más libros vendo, menos dinero gano. Voy a ser el único editor que se haya arruinado a fuerza de vender muchas ediciones.

Debussy, Claude (1862-1918) ADMIRACIÓN- RECONOCIMIENTO- TRIUNFO

En una ocasión, ya famoso, se hallaba viendo una función en el circo, espectáculo que le gustaba mucho, cuando uno de los payasos se le acercó y le dijo emocionado.

-Saludo a nuestro gran artista.

-También usted es una gran artista- rebatió.

Y se entabló en un diálogo entre el músico y el payaso que el público siguió con atención.

-No; yo soy un payaso y todo mi arte consiste en recibir patadas y hacer piruetas.

-también nosotros los músicos recibimos patadas, y no de un compañero, si no de los críticos y del público.

-Pero todo el mundo los conoce.

-Pero ustedes consiguen algo a veces tan difícil: que todo el mundo ría.

Y el payaso, entonces, le hizo una proposición.

-¿Cambiemos? Yo a la música y usted a la payasada.

El payaso llevaba un violín y empezó a tocar, por cierto bastante bien. Debussy se levantó, y puso de cara al público puso una expresión grotesca y con una voz atiplada gritó:

-¡Ua! ¡Ua! ¡Ua!

El público aplaudió frenéticamente: ¡El “cambio” fue todo un buen éxito!

Colón, Cristobal (1451-1506) BÚSQUEDA- TRIUNFO

De regreso de su primer viaje, hubo quienes le dijeron que descubrir un nuevo mundo era sencillo. Entonces Colón pidió un huevo, y les propuso a los que así hablaban que lo pusieran en posición vertical y trataran de mantenerlo, sin tocarlo en esta posición. Por supuesto, nadie lo consiguió. Entonces Colón golpeó uno de los extremos del huevo contra la mesa hasta ponerlo plano, y lo colocó en posición vertical, en la que se sostuvo. De inmediato mirándolo allí los presentes, le dijo:

-Como ven, para el huevo ahora es fácil, lo difícil fue cómo lograrlo.

Beethoven, Ludwing van (1770-1827) ÉXITO- ORACIÓN

Cuando estrenó la primera sinfonía estaba ya totalmente sordo. Fue recibida con una calurosa ovación, pero Beethoven no se volvió a saludar. Es que no oía nada y no sabía cómo lo estaban aplaudiendo. Hasta que uno de los músicos lo invitó a volver el rostro hacia el público. Entonces los “vio” aplaudir frenéticamente. Y tuvieron que sostenerle para que no se derrumbara, casi desvanecido.