Jefferson, Tomás (1743-1826) CORTESÍA- URBANIDAD

Paseaba un día en compañía de un comerciante, y un esclavo que se cruzó con ellos en la calle lo saludo con gran cortesía, gesto que el presidente  contestó con aire de bondad.

-¿Por qué- le preguntó el comerciante- se ocupa usted de saludar a un negro esclavo?

-Sentiría mucho- respondió Jefferson- que un esclavo superara a un presidente en urbanidad y cortesía.

Jefferson, Tomás (1743-1826) CORTESÍA- URBANIDAD

Paseaba un día en compañía de un comerciante, y un esclavo que se cruzó con ellos en la calle lo saludo con gran cortesía, gesto que el presidente contestó con aire de bondad.

-¿Por qué- le preguntó el comerciante- se ocupa usted de saludar a un negro esclavo?

-Sentiría mucho- respondió Jefferson- que un esclavo superara a un presidente en urbanidad y cortesía.

Alfonso XIII – Humildad, deducción

alfonso_xiiiAlfonso XIII, rey de España, durante una cacería se había alejado de los demás. Se detuvo a descansar a la sombra d eun árbol y un campesino que por allí pasaba se acercó a preguntarle:

-Dicen que el rey anda cazando por aquí. ¿Sabe usted si es verdad?

-Pues sí, dicen que sí.

-Me gustaría conocerlo.

-Pues venga conmigo, le voy a llevar donde el rey se encuentra. Cuando lleguemos verá que todos se descubren menos uno. El que no se descubra, ése será el rey.

Fueron los dos al encuentro de los otros. cuando les vieron llegar, todos se descubrieron. el rey preguntó al campesino:

-Bueno, pues ¿ya sabes quién es el rey?

-Sí, o usted o yo. Porque somos lo únicos que estamos con el sombrero en al cabeza.

Gonzalo N. Santos – Descortesía

gonalo_n_santosEra Gonzalo N. Santos gobernador del Estado de San Luis Potosí (México) cuando paseaba por la plaza central con el Obispo de la Diócesis. Cada vez que pasaban frente a la catedral, el prelado se descubría la cabeza haciendo una saludo con el sombrero. El gobernador, que tenía fama de impío, no se descubría a pesar de usar también sombrero. Después de tres o cuatro vueltas a la plaza el obispo no pudo aguantar las ganas y le dijo al político:

-Señor Gobernador, ¿Por qué no se descubre usted cada vez que pasamos frente a la catedral?

A lo que el político contestó:

-Qué curioso, justamente yo le iba a preguntar por qué se descubría pero me dije a mi mismo «Y a mí ¿qué chingados me importa?»